'Picos y tablas'

Escrito por Marco Albaladejo Alajarín (*). 5 de agosto de 2023 - SÁBADO.

Duda siempre de un imposible...


¿Quién dijo que me olvidarían? ¿Quién dijo en algún remoto rincón próximo a la Sierra Minera, que se llevaría mi arte el viento? Que es este lamento mi vida, y esta tierra mi salvación, y esta voz rota y marchita, minero, tu cante, mi adoración...

No hay vez que no me pregunte, ¿cómo? ¿cómo pudo un pueblo hecho ciudad, salvar una parte tan crucial del patrimonio musical flamenco? Puede, en efecto, parecer un imposible, y es visible el desconcierto entre aquellos que dudaban, y con su miraba aseguraban, un renacer imposible. Esto es lo que imagino, cuando pienso en una personificación de los Cantes de las Minas. Si pudieran expresarse a sí mismos, y no a través de sus intermediarios, a quienes les está eternamente agradecidos, del gran público dudaría, y con férrea resiliencia, en boca de aquellos que lo aprecian, y también en otras nuevas, perduraría.

Aunque es de estos intermediarios, figuras principales de la velada del 4 de agosto, de quien vengo a hablar hoy. Pues son ellos quien mantienen su legado, su figura. Ellos son quienes, con fuerza, y a menudo a contracorriente, toman el timón entre el oleaje tormentoso del desprecio al que muchas veces, sin mucha justificación, está sometido.

Sobre las tablas de la Catedral del Cante se sitúa un violinista, casi oculto en el juego de luces que tenuemente le alumbran. En tintes arabescos, comienza una soleá, precedida de una introducción de la batería y la guitarra. Una vez tomado el ritmo, entran en un bucle, que poco a poco evoluciona hacia una sección musical de puro virtuosismo, que desemboca en una Gran Parada, un anticlímax, que arranca el primer aplauso de la noche. Tras una sección “B” con un material sonoro casi completamente distinto a lo anterior, identificable por una modulación muy marcada en la cadencia (cambio de sonoridades en los acordes que forman la obra flamenca), llegamos a una sección tercera, donde predomina un breve punteo de las cuerdas del violín (pizzicato es el término técnico). Retoma el arco rápidamente y en un acelerón del tempo de la obra, acaba con un desplante sonoro que hace levantarse del asiento a gran parte del público. Le siguió una granaína, cuyo carácter era identificable fácilmente como melancólico. Suena al toque de la guitarra un juego de silencios contrastantes con extensos sonidos por registros bajos. Conforme se suceden las armonías y los ritmos, lo hará el carácter de la pieza, tornándose con tono esperanzador, y más adelante, con altivez. Hacia el final, la masa sonora se expresará en ritmos muy similares, casi imitativos de Azafrán, una obra del guitarrista Antonio Muñoz, para finalizar de manera abierta. En último lugar, una bulería sonaría para cerrar la actuación de Ángel Bocanegra, merecido ganador, más que demostrado, del Filón 2022.

Tras un breve receso, llegó el turno de Irene Lozano, “la Chiqui de Málaga”, ganadora del Trofeo Desplante en su categoría femenina en 2022. José Fermín Fernández a la guitarra, y Cheíto y Rocío Mayoral al cante, completaron la escena. Una escena en la que se resaltaron los braceos, enigmáticos, enlazados casi como si a contratiempo se tratase, con sendos movimientos de cadera y giros completos. El zapateado no fue una rareza en la interpretación, que se realizó por tarantos. A lo largo de toda la narrativa que expresaba con su baile, se mantuvo una estructura de tensión y clímax, cuyo final se produjo tras un logrado giro completo. Una vez realizado, con la mano alzada y el cuerpo erguido, la bailaora abandona el escenario, con un público mucho más que entregado a la belleza de su arte.

En tercer lugar, continuó esta velada flamenca a cargo de las firmes, y aún delicadas manos de Álvaro Mora, ganador del Bordón minero 2022. Fue destacable su taranta, a la que tituló “El Vinagrero”, en cuyo comienzo aunaba un roce ligero de las cuerdas, con ataques duros, predecesores de una serie de variaciones melódicas sobre la cadencia andaluza tarantera. El punteo siguiente, sobre los graves, simula una cojera. Y sobre cojera, gritos, y chirríos que produce con su guitarra, Álvaro nos describe esa jornada en la mina, ese dolor, ese duro trabajo, que en muchos casos se llevaba por delante la vida del minero que lo llevaba a cabo. Remata su actuación con una alegría, que transforma sorpresivamente el ambiente. Levanta el ánimo una conversación entre el cajón flamenco de Raúl Domínguez “El Botella”, y la guitarra propia. Es una conversación discreta, de tú a tú, sin grandes aspavientos, que torna lamentosa, como si de una discusión se tratase, cuando el cajón sobresale sobre la guitarra, que da el cierre con mano de hierro ligero.

Vuelve a continuación el baile al escenario. De igual acompañamiento en lo que al toque y cante se refiere, mostró su arte David Romero a compás de seguiriyas. Con una silla baja entra parsimonioso al escenario. Su mirada alta y profunda nos muestra un punto medio entre temor y seguridad, que muchos llaman valentía, y otros, coraje. En las fases más tempranas de la interpretación, tiende a movimientos rectos y lineales, que poco a poco se transforman en otros más abiertos y circulares. Predomina una vez más, de manera similar a la actuación de Chiqui, el braceo, tras lo cual se expone una larga sección de intenso zapateado, con tronco recto y las manos apretadas cerca de la cadera. Junto al cante y el toque, el bailaor se deja llevar, y al mismo tiempo guía, en una perfecta simbiosis con los músicos, a estos hacia varios anticlímax en forma de desplantes. Reposa entonces la chaqueta de su atuendo sobre la silla que plantó sobre el escenario, y con gesto grandioso, abandona el escenario. Su recompensa, todo el cariño de la ciudad de La Unión, que con sus aplausos agradeció esta muestra de arte.

Dio el broche final a la gala la cantaora Esther Merino, ganadora de la Lámpara Minera en su edición de 2022. De muy buen grado, antes de abrir sus cantes, agradeció a la ciudad de La Unión, y le brindó todo su cariño. El primer cante que le regaló a los allí presentes fue una milonga. De suma narratividad, en tonalidades menores, tristes, y con una voz especialmente lírica, volaban su melodía sobre un envolvente acompañamiento de guitarra. El control de la vibración en la voz, y en la intensidad de la misma, constituyó la base de esta milonga, amarga como aquello que describía. En segundo lugar construyó sobre los cimientos de chasquidos y palmeo, unos tangos, donde primó la expresividad por la expresividad, aunque se rebajó en ciertas secciones hasta lograr una cierta amabilidad en la proyección de la voz. En medio de este viaje de sonidos, sonó una

minera, dedicada a Pencho Cros, figura esencial de esta tierra, así como a Encarnación Fernández, no solo en la copla, sino con un intento de imitación del estilo vocal de la misma por parte de Esther. En penúltimo lugar, una seguiriya. Qué tensión en el ambiente se palpa, cuando la guitarra termina su falseta. También aquí adoptó Esther Merino el “estilo Fernández”, agresivo, aunque fue a menos hasta quedarse en un punto medio entre la voz lírica, rasgada, y cortada, no exenta de una tremenda dificultad. Dio el broche final a la gala con una alegría, la cual, tras vivir tantas tragedias en una sola noche, dejó un sabor de boca de esperanza e ilusión, una ilusión que llena la ciudad de La Unión cada vez que celebramos esta gran fiesta que es el Festival Internacional del Cante de las Minas.

Es por estas, y por muchas otras razones, que no es fácil retar al cante minero. Correoso, duro, y si le suplicas, esperanzador, sustituye tus venas por cuerdas, venda tus ojos, y te calza con unos tacones, que, a cada zapateo, rompen los moldes de lo imposible.



(*) Natural de La Unión, estudia Historia y Ciencia de la Música en la Universidad de Granada



LA EMPRESA 21DEHOY AGENCYA NO SE RESPONSABILZA DE LAS OPINIONES DE LOS ARTICULISTAS NI DE LAS CARTAS Y CORREOS ELECTRÓNICOS REMITIDOS POR LECTORES, RECAYENDO LA RESPONSABILIDAD EN SUS FIRMANTES.
TODOS LOS ARTÍCULOS DE 'RINCONES EN ABIERTO' QUEDAN RECOGIDOS EN EL BLOG

Imprimir

powered by social2s