Esteban Bernal inserta los colores de la Sierra Minera al escenario del Cante de las Minas

El artista unionense ha elaborado con sacos procedentes de los cinco continentes, de forma artesanal ("a veces para avanzar hay que dar un paso atrás") sobre una base de 66 metros cuadrados, una brillante creación cromática de emociones que supone un paseo por la singular sierra unionense y un regreso a los principios del festival en este capítulo.



La 61 edición del festival nacido en el año 61 del pasado siglo ha arrancado con la novedosa presentación de la escenografía del escenario de la ‘Catedral del cante’.

Lydia Martín fue la encargada de dirigir este acto y la periodista lo hizo de forma ágil, primero con la proyección de muestras de lo que será el vídeo del ‘así se hizo’ que se proyectará el último sábado del festival en la Casa del Piñón y después con una amena entrevista con el autor, el unionense Esteban Bernal Aguirre (quien también sabe llegar al espectador con su vocabulario de persona cercana), en cuyo transcurso pudimos conocer las ideas que pasaron por su mente para esta creación, el gran apoyo de su esposa, las dudas que también tuvo sobre su impacto, el arduo (y solitario) trabajo en una gran nave de La Maquinista de Levante y, especialmente, que cada paso que ha dado ha tenido un motivo.

El Cante de las Minas, entre otras facetas artísticas, también ofrece a los espectadores, a diferencia de la gran mayoría de festivales, la oportunidad de disfrutar de un arte de gran dimensión, a la vez que efímero. Fue el caso de la proyección sobre la fachada de hace unos años y, especialmente, de su escenario. Aquí no basta con poner el nombre del evento, en absoluto, en La Unión se va mucho más allá, pues ese hueco de 12 x 5,5 metros es la base de una gran obra.



En este caso, Esteban Bernal ha apostado por sacos de yute y cáñamo para dar forma a una perspectiva de la sierra minera, que abarcaría desde Cabo de Palos hasta el Cabezo Rajao, mostrando las cicatrices el terreno. “Busqué sacos con historia, que no quise reparar para mostrar esas heridas”, explicó a los asistentes al descubrimiento de la escenocreación, indicando que los fue cosiendo de forma artesanal con grandes agujas, “a lo que no me hubiera atrevido de no ser por la esposa que tengo”, expresó. Estos sacos los fue empapando de los colores que ofrece la gran paleta que es la sierra minera. Incluso, las letras que están al aire sobre el mural tienen un motivo, pues llevan la tipografía de las que lucen en los sacos.

Esteban Bernal también tenía claro que se trataba de una obra con un destino, que es ser el fondo de las actuaciones de esta edición, por lo que el resultado final se completa con cinco juegos de luces, que van desde el modelo standard hasta el que refleja un paseo bajo la luna por la sierra y el de un color rojo que sería la puesta del sol por “la hucha del Cabezo Rajao”.



Otro aspecto a destacar es que se ha tratado de una labor artesanal, lo que choca con estos tiempos, pero el artista tiene claro que, en ocasiones, para avanzar “hay que dar pasos atrás”, recordando también que el trabajo en las minas era manual. Como dijo el alcalde, Pedro López, en su alocución posterior, también recuerda esta elaboración a los primitivos escenarios artesanales del festival que crearon Asensio Sáez y una serie de jóvenes artistas unionenses, entre los que estaba Esteban Bernal.

Todos sabemos que el arte es subjetivo, pues depende del gusto del espectador. En este caso, podemos decir que Esteban Bernal nos metió a todos los presentes “en el saco”.

En este artículo hemos tratado de plasmar, de forma resumida, lo que el artista explicó, pero realmente es mucho lo que contiene su obra, por lo que le agradecemos que él mismo sea el que detalle a los lectores del periódico de La Unión todo su contenido.




LA OBRA, EN PALABRAS DEL ARTISTA

Es una recreación plástica de las emociones sentidas en múltiples paseos por la Sierra Minera que podrían concretarse en un viaje telúrico y potente a la raja del cabezo Rajao, emblemático lugar que nos retrotrae a tiempos de la minería antigua. Por ella pasaron íberos, cartagineses y romanos desentrañando su rico corazón de galena argentífera y dejándole para siempre una gigantesca herida abierta. Es toda una experiencia envolvente para los sentidos ese paseo flanqueado por enormes paredes y filones que parecen conservar aún ecos de gloria y sufrimiento descritos por Plinio o Estrabón. La escenografía por tanto no pretende ser una copia o una reproducción mimética de una de sus paredes, para lo que se habría recurrido a otros materiales, sino que es la interpretación artística a partir de esa emoción plástica.

La obra es la conjunción de dos puntos perspectivos diferentes. Por un lado sugiere la visión frontal de algunas de las vetas y filones de las paredes de la raja, y por otro la visión cenital inspirada en el mítico plano de las concesiones mineras minifundistas de la sierra, cartografiadas por el ingeniero Carlos Lanzarote en 1907 con líneas entrelazadas ortogonalmente que organizan no solo el territorio de la sierra sino el sustrato compositivo de la escenografía.

El material elegido para la realización de la obra es la arpillera de sacos de fibras vegetales de cáñamo y yute. Sacos reciclados. Sacos viejos, descartados. Sacos con cicatrices de vidas ya gastadas, que resultan una clara metáfora de la Sierra Minera horadada y explotada durante milenios y abandonada ahora a su suerte en un agónico olvido que la condena  al expolio y a un deterioro que parece inevitable. Sacos que igualmente fueron empleados en el acopio y acarreo de minerales desde la antigüedad junto a espuertas y capazos de esparto. Sacos de la India, Colombia, Ghana, Australia, Mozambique... Sacos localizados y transportados desde los cinco continentes con la intención de subrayar el carácter internacional del Festival. Estos 115 sacos entretejidos en el enorme telón de fondo representan a la décima parte de las 1151 concesiones mineras reseñadas por Lanzarote. Todos los pliegues han sido rellenados con espuma de poliuretano de tapicería reciclada, con la finalidad de fijar cada arruga en el proceso de recogida y almacenamiento, asegurando así una posterior utilización.

Existe una poética relación entre el lugar donde se ha realizado la obra, La Maquinista de Levante, y el edificio que contiene la escenografía. La estructura metálica del mercado público ha sido igualmente fabricada en esta histórica instalación industrial, como puede comprobarse en los sellos que aparecen en las columnas salidas de su fundición. Los sacos, una vez teñidos con los diferentes colores de la Sierra Minera en estas instalaciones transformadas en tendederos de los pintorescos teñidores de Fez o la India, fueron transportados hasta el mercado. Apilados por colores como si de una enorme paleta de pintor se tratase, fueron dispuestos ordenadamente en el suelo hasta conseguir la composición pretendida, mientras se componía toda la disposición cromática visibilizada desde el punto de vista más alto de su estructura, la barandilla del reloj. Una vez organizados los sacos, fueron etiquetados con un código que sirvió para volverlos a situar verticalmente, manipularlos y coserlos ya de nuevo en La Maquinista de Levante. Toda esta elaboración se ha llevado adelante durante más de dos años.

La nueva escenografía está alejada de las tradicionales imágenes icónicas del ideario minero: castilletes, chimeneas … y pretende ir más allá apostando por una imagen que se centra en lo esencial de este singular paisaje: el color y la textura. Podría decirse que todos los elementos mineros que jalonan y adornan el paisaje, aun siendo un referente importante, no dejan de ser elementos que desgraciadamente terminarán desapareciendo un día no muy lejano; pero el aspecto cromático y textural de este paisaje minero, como la famosa raja del Cabezo Rajao, aun permanecerán cuando todo esto suceda.



La tipografía utilizada para el texto central no podía ser otra que la que habitualmente se emplea en el sellado y estampación de sacos. Las letras han sido recortadas a mano en espuma de poliuretano de alta densidad de 3 cm de grosor y separadas 30 cm del fondo. Aparecen suspendidas en el aire y con una  inclinación de diecinueve grados coincidente con la dirección mayoritaria de los pliegues, aportándole de este modo mayor dinamismo y tridimensionalidad al conjunto escenográfico.

El diseño de iluminación ha sido concebido con el fin de potenciar el relieve de los pliegues con una iluminación cenital rasante ligeramente lateral y perpendicular a las arrugas para que estas arrojen una sombra dura que enfatiza dramáticamente el aspecto de la escenografía. Se ha utilizado la última tecnología led con luminarias que permiten variar la temperatura de color de la luz y difusores especiales. Cuenta con seis diseños diferentes en los que se matiza el cromatismo y la intensidad lumínica según lo requiera cada  momento del espectáculo. Estos diseños transforman el aspecto escénico trasladando al espectador a un sugerente paseo nocturno a la luz de la luna por el corazón de la raja o a un cálido atardecer cercano a la fragua de Vulcano.

Después de escenografías de ediciones anteriores en las que ha habido un empleo más tecnológico de pantallas de pvc de última generación con cicloramas de retroiluminación, esta escenografía ha pretendido ser una vuelta a lo no digital, a las raíces mineras del trabajo manual.



Anoche fue presentado y hoy será más personas la que contemplen esta obra, que luego irán descubriendo los que acudan a las diferentes galas y pruebas de concurso del Cante de las Minas. Con sólo sentarse y contemplarla ya tendrán muchos la sensación de que esta edición es especial.










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