'Final anticipada'

62 Cante de las minas: segunda semifinal.


"Maderas y metales. En efecto, podría estar hablándoles tanto de las herramientas usadas en el interior de la mina, como, en lo que nos ocupa, de lo que está hecho el fagot con el que “Niño Rubén” abría la 2a semifinal del Concurso del Cante de las Minas. Este artista, creador y único exponente en el mundo del fagot flamenco, se desenvolvió por tarantas y bulerías, en un estilo marcado por el escape de aire, que se dejaba notar en la escucha, y un excelso cuidado y desarrollo de los matices, no solo con el fagot, sino con su otro instrumento, el fagotiño, de menor tamaño, y, por ende, de sonoridad más aguda.

Con el silencio final del fagotiño se cerraba la que sería la única interpretación instrumental, para dar paso a los cantes y bailes. Por polos, murcianas y tarantos salió a relucir la calidad vocal de Antonio José Nieto, cuya proyección vocal lírica aunque autoritaria se hizo eco en toda la Catedral del cante, dejando un particular huella marcada con sendos cierres musicales. Al cante destacó también la cantaora “Rocío Luna”, por varios palos mineros como cartageneras y mineras, así como por granaínas y medias granaínas. La cantaora, llena de jondura, abordó con tesón y decisión la granaína, y varió en su interpretación entre uno u otro modo vocal, desde la expresión de pecho hasta un aireado susurro. Concluyó su actuación por seguiriyas, manteniendo una intensidad estable, y variando la línea dramática por los modos de voz y la vibración, magistralmente de la misma.

Respecto al baile, no se vio más sombra que la producida al contraluz de los focos que alumbraban a los bailaores y bailaoras que por las tablas de la Catedral pasaron. Precisión fue lo que caracterizó la actuación de “Yoel Vargas”. El catalán no dio puntada sin hilo, y es que sus influencias artísticas ajenas al flamenco resaltaron una depurada técnica de baile que, no exenta de emoción, dejó boquiabiertos, al mismo tiempo que asombrados, a todos los asistentes. En contraste con la “pureza” técnica de Vargas, la sevillana Yaiza Trigo entró como una exhalación, con fuerza e ímpetu al escenario. En su taranto se mostraba la intensidad, el alma y el corazón de una verdadera jonda, que, sin palabras, conseguía ganarse de manera reiterada los aplausos de la ciudad de La Unión.

En medio de este barullo de cantes, gritos, tacones, y bailes, escondida sobre las manos de su intérprete sonaba una guitarra. Vergonzosa, con intimismo, se dejaba escuchar una falseta inicial, la cual daba paso a un desarrollo tierno, cogiendo seguridad en sí misma, pero con la sensación de tocar con el corazón en un puño para alguien. Cerró su momento Juan Antonio López con una rondeña de carácter delicado donde la cuerda media de la guitarra sobresalía ligeramente sobre las demás, seguida por un toque por agudos que concluía la interpretación con un uniforme y rápido rasgueo.

Ayer, la ciudad de La Unión acogió en su seno, la que puede haber sido una de sus galas cumbre. Porque cuando lleno de nervios, pisas esas tablas, y sabes que te la juegas todo a una, quedan dos opciones: o dejarte llevar por el miedo, o por el coraje. No quedó, pues en la mente de los concursantes más que una opción. Dejar el ayer en el ayer, y sentir como si no hubiera un mañana".


  • Texto remitido en el que se respeta el contenido, la redacción y la ortografía (salvo la entradilla)

(*) Natural de La Unión, estudia Historia y Ciencia de la Música en la Universidad de Granada



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