‘¡Yo soy español… y campeón de Europa!’

Unas doscientas personas vivieron en comunidad en el Mercado Antiguo el emocionante éxito de la selección española en la Copa de Europa, donde pasaron de la ilusión a la incertidumbre y de ahí al júbilo, al desencanto y, con el último gol, al delirio.



El partido España-Inglaterra se podía ver en todos los hogares, pues se emitía en directo desde Berlín a través de TVE1. Sin embargo, muchos no quisieron perder la ocasión de vivirlo en comunidad. Unos los hicieron con quedadas con amigos o familiares, otros lo hicieron acudiendo a bares y hubo unas doscientas personas que tomaron la decisión de hacerlo en el emblemático Mercado Antiguo, habilitado en esta ocasión por el Ayuntamiento de La Unión para una ocasión muy especial, pues la brillante marcha de España en la Eurocopa ha despertado el interés colectivo de los españoles.


Fueron unos doscientos los que se decidieron por esta última opción nombrada acudiendo a ‘la catedral del Real Madrid’ en las últimas finales europeas y que ahora se teñía de rojigualda en su crucial duelo frente a Inglaterra. Entre los asistentes estuvo el alcalde, Joaquín Zapata, y varios de sus ediles, siendo DJ Rául el encargado del capítulo técnico.


El primer tiempo se vivió de forma paralela a lo que era el partido, con pocas ocasiones de gol y apenas jugadas polémicas entre dos equipos que transmitían el temor a cometer errores. Fue un primer acto de ilusión, temor e incertidumbre que acabó con ‘las gafas’ como marcador.

El segundo tiempo fue otra historia. Enseguida llegó el gol de Nico Williams y el júbilo apareció, además de los ‘huys’ por las ocasiones que tuvo España para marcar el segundo. La felicidad iba a más y hasta el alcalde se colocó una bandera de España a modo de capa.


No lo consiguió y británico enemigo, en su primera ocasión, empató. Desencanto en ‘la grada unionense’. Si con una ocasión los hijos de la Gran Bretaña han logrado lo mismo que los ‘toritos’ con varias oportunidad de gol… Todo podía pasar.


Pero lo que pasó fue lo bueno, el gol de Oyarzábal. Otra vez el júbilo, pero sin cantar victoria (‘hasta el rabo todo es toro’), pues Inglaterra estuvo a punto de empatar. Se miraba más el reloj que el juego, intentando que avanzase con rapidez.


Y llegó los tres pitidos del árbitro para marcar el final del partido. Esta vez ‘la Armada Invencible’ no falló ante Inglaterra. Ahí el delirio se desató y se extendió al exterior…



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