Simón García Guerrero será el minero homenajeado por el Cante de las Minas
Como cada año, el Festival Internacional del Cante de las Minas conecta con sus raíces en estas fechas no solo a través del flamenco, sino también a través de la memoria directa de la actividad minera. Es por eso que rinde homenaje a un minero del municipio y a la viuda de un minero, recordando la labor que hicieron tantas personas en La Unión hace décadas en muy duras condiciones. Este año será Simón García Guerrero el minero homenajeado.
- El acto tendrá lugar en la 'Catedral del cante' el miércoles 27 de julio a las 22 horas
Procedente de una familia minera (a su bisabuelo materno le llamaban ‘Paco El Trueno’ y trabajó en los pozos de El Gorguel y La Parreta), entró con 15 años en la mina y llegó a ser maestro perforista, hasta que fue retirado por silicosis. Con su memoria privilegiada y una vitalidad que traspasa, recuerda toda una vida dedicada a la minería que comenzó de pinche de primer año en la mina San Lorenzo en el año 1959. Tuvo varias salidas y entradas, dedicándose a otros sectores como la construcción, además de venir de trabajar en el campo, pero al final tuvo que permanecer en la actividad porque “era la manera de tener un seguro social”, ya que su hija requería de tratamiento en Valencia. Así se metió en la mina “de segundas”, aunque el jornal “era muy escaso”.
Simón era un buen perforista. Reconoce que se le daba bien y que hacía muchos metros, lo que justifica su título de maestro años después. De hecho, tiene el carnet número 14 a nivel nacional de mercancías peligrosas, que se sacó en Bilbao cuando le dieron el cargo de voladuras. Aunque trabajó en explotaciones a cielo abierto, confiesa que “seguía habiendo mucho miedo y mucho peligro”, porque se abrían minados debajo de las máquinas. “Te veías en situaciones muy difíciles, pero había que ganarse el pan y ese era nuestro sitio”, cuenta. La perforadora que él llevaba era un camión de 4 ejes que perforaba a 9 pulgadas, con una columna de 9 metros de altura, donde iban metidos las barrenas de 7 metros. “Tenía que entrar yo solo al corte y debajo tenía las palas llenando… así que a veces las pasaba canutas porque el piso nunca estaba a nivel y se iba la columna de un lado a otro”, afirma. Recuerda momentos históricos en torno a la minería, como el hundimiento del filón de la Chiscarra o de las minas de El Duende que, aunque sin desgracias, hubo un “gran estruendo”.
Tras todos estos años, Simón no cambiaria nada de su vida y agradece su suerte de refugiarse en el campo cuando acabó la minería. “No me ha ido mal del todo porque seguí estando activo. La naturaleza pura y dura”, señala.
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